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Historia del restaurante Kitcho de Kioto

Año 1901 Nace Teiichi Yuki, fundador de Kitcho. Es el hijo mayor de los dueños del restaurante “Nakagencho” de Kobe
Año 1930 Teiichi Yuki inaugura “Otaicha Dokoro Kitcho” *1en Shinmachi, Osaka. En él los cocineros trabajaban delante de los clientes, al estilo "itamae" *2.
Año 1939 Se organiza como empresa y se funda Kitcho Sociedad Anónima. En aquella época era algo muy novedoso en Japón que un restaurante se transformara en sociedad anónima.
Año 1948 Inauguración del Arashiyama Kitcho de Kioto
Año 1961 Apertura de una sucursal en Toquio
Año 1979 Con ocasión de la Cumbre de Toquio sirve la comida del almuerzo organizado en el Geihinkan
Año 1948 Teiichi Yuki recibe la medalla Shimon Houshou
Año 1983 Se sirven las comidas en Hinode, la casa de campo del Primer Ministro Nakasone, con motivo de la visita del Presidente Reagan a Japón
Año 1987 Teiichi Yuki es el primero en el mundo de la cocina japonesa en recibir el “Reconocimiento del Mérito Cultural”Se funda el Museo Yuki en Hirano-chou, Osaka
Año 1999 “’–Ø’åˆêŽ€‹ŽB‹”N95B
Teiichi Yuki fallece a la edad de 95 años
*1 En "Otaicha Dokoro Kitcho” se servían platos originales que no encajaban en lo convencional. Sobre todo, el “taicha”( besugo con té y arroz) fue un plato que tuvo una gran aceptación entre el público como algo que no se había visto hasta entonces. El besugo se aliña con pasta de semillas de sésamo y se coloca sobre un lecho de arroz, con pimienta japonesa, algas nori y té. Hacia 1930, cuando todavía era poco ususal la carne de vacuno asada en parrilla, Kitcho ya servía foie-gras, caviar y salmón ahumado entre otros platos. Paradójicamente, en la actualidad estos platos ya no se sirven en el restaurante Arashiyama.
*2 Entre los clientes que se sentaban delante de los cocineros "itamae" había muchos artistas y personajes de la cultura como Kitaooji RoSanjin, Natsume Soseki, Koda Rohan, maestros de Ikebana (arreglo floral), etc.. Pero, por supuesto, no solamente ellos, también empresarios, altos funcionarios, políticos y gente destacada de diversos campos se convirtieron en clientes habituales de este restaurante del que habían oído que era muy interesante.

Recuerdos del extranjero

La puesta en escena de unos momentos preciosos, gratos, sabrosos y de lujo

En enero de 2005 se inauguró Madrid-Fusión en Madrid, España. Kunio Tokuoka estuvo en este terreno de juego donde se reunen los mejores chefs del mundo para presentarse unos a otros sus técnicas.
El objetivo era tratar de intercambiar conocimientos técnicos reuniendo a chefs de primera línea, tanto españoles (entre los que destacan Ferrán Adriá de "El Bulli", que está en su mejor momento o Juan María Arzak del restaurante vasco "Arzak", con tres estrellas Michelín) como extranjeros. Ésta era la tercera vez que se celebraba este acontecimiento y se reunieron en total unas treinta personas.
No hace falta decir que, con “La fusión de Oriente y Occidente” como tema, el interior de la sala era un entusiasmo continuo por cada una de las presentaciones de los chefs. De entre ellas, llamó especialmente la atención de los visitantes la presentación con la que Kitcho respondió a la petición de los organizadores de que “Quisiéramos que mostraran algunos platos de la cocina japonesa diferentes del sushi o del sashimi”.
“¿Algún plato japonés que no sea sushi ni sashimi? ¿Qué podríamos hacer?” Desde el momento en que decidimos participar, muchas veces dudamos, lo pensamos y repensamos, probando y ensayando una y otra vez, nos dice Tokuoka.
En la actualidad la cocina japonesa está en auge en todo el mundo. Sin embargo, no se puede calificar de exquisita a la cocina japonesa que se come en Europa o Estados Unidos. Más bien al contrario, no es exagerado si se califica como algo completamente distinto de la cocina japonesa. ¿Por qué ha llamado tanto la atención la cocina japonesa hasta ahora? O mejor aún, dejando aparte el hecho de que llame la atención, ¿por qué no es la verdadera cocina japonesa la que se transmite? Escuchemos las palabras de Ferrán Adriá, personaje central de aquel encuentro y el chef de referencia que atrae las miradas más apasionadas del mundo, cuando dice que “Todavía no he olvidado lo que sentí cuando en el Arashiyama Kitcho, en Kioto, probé la cocina kaiseki por primera vez en mi vida. No se queda todo solamente en la bella presentación y en cómo se muestra el espacio sino que lo que en su mayor parte roba el corazón es el fundamento espiritual que la recorre. Una cocina como ésta, que trabaja espiritualmente, es algo que no existe en occidente. No se puede decir que no sea mágica, en cierto sentido.
Pero lo más destacable es que esta exaltación espiritual comienza desde el mismo momento en que se hace una reserva en Kitcho y llega hasta mucho después de acabada la comida, de modo que se puede sentir todo de forma muy viva y completa. Por esta razón, es absolutamente imposible que en esta presentación se pueda transmitir todo ello ”

Así hablaba Ferrán Adriá. Nosotros que somos personas corrientes, lo único que podemos decir ya es que en Arashiyama se abre un espacio inimaginable.
Curiosamente, Jonathan Hayes, el periodista del New York Times, escribió un artículo en términos similares:

“Al entrar desde la carretera en la zona de aparcamiento por delante de nuestro automóvil pasó una fila de personas. A dos camareros que llevaban champán en un enfriador plateado les seguían nada menos que un Maharajá y su séquito. Para decirlo en pocas palabras, esto es Kitcho. Un alto nivel, lujo y exotismos casi irreales. En definitiva, Kitcho nos hace sentir que estamos viviendo un sueño. Kunio Tokuoka, el chef de este Kitcho, es uno de los cocineros representativos del país. Pero no solamente se trata de Maharajás, los chefs de Europa y de Estados Unidos y los políticos, entre otros, son también atraídos con fuerza por su cocina.
Puede decirse que el éxito del señor Tokuoka reside en que funde con habilidad y presteza la tradición y la renovación, así como también en que da importancia a conseguir realmente un servicio perfecto disponiéndolo todo de modo que quede desbordado el sentido del refinamiento. Por ejemplo, cuando se coma en Kitcho tanto el aparcamiento como el restaurante estarán programados para que nunca se produzca un encuentro con otros clientes. Se hace pasar a los clientes a una sala con tatami desde la que se puede ver el jardín y se come en una mesa baja. En mi caso pude disfrutar del decorado, a modo de homenaje a la estación del año, de unas flores de ácoro que acababan de florecer y que un jardinero cortó. Después de la ceremonia del té, como mayo es la temporada del ácoro, me invitaron a tomar como licor aperitivo un sake de ácoro (las raíces rojas del ácoro se añaden desmenuzadas al sake). Esto solamente se puede disfrutar en esta época del año. Después puede deleitarme cuanto quise con la perfección de la tradicional cocina Kaiseki.
Aunque se viva en Kioto, cuando se ponen los pies en Kitcho, se puede sentir como el ambiente cambia. En Kitcho el clima es especial. Kunio Tokuoka que es sensible a los gustos de los clientes seguirá evolucionando siendo consciente de ese clima especial de Kitcho.

Recuerdos del extranjero

Las consecuencias de la fusión de Oriente y Occidente

Volviendo a la narración de Madrid-Fusión, en esta ocasión lo que Kunio Tokuoka presentó fue el “Hatsun”, una parte de la cocina Kaiseki.
El Hatsun incorpora como parte integrante de si mismo el sentido de las cuatro estaciones, algo que no se puede olvidar en la cocina japonesa, y también expresa de forma refinada el ideal japonés de la belleza en el arte tridimensional. La cocina de Kioto es una herencia de 1200 años, es tradición y modernidad, es Oriente y Occidente, es fusión de tantas cosas diversas, y va evolucionando. Es un cuadro inimaginable que se pinta sobre un lienzo completamente en blanco. Pero no es sólo eso, lo que no se puede olvidar es la espiritualidad desarrollada mediante la cultura tradicional japonesa como la ceremonia del té y el zen. La estética japonesa, representada por la expresión “ichigo ichie” también se puede sentir mediante la gastronomía.
Sin embargo, estábamos en España. Donde no se pueden sentir las estaciones del año como en Japón y donde no existe aquel ambiente único y especial que han podido percibir todos los que han entrado en Kitcho. En estas condiciones ¿se puede transmitir el espíritu de la cocina Kaiseki? La respuesta a esta pregunta todavía no la conocemos.
Sin embargo, la parte espiritual -que para nosotros, los japoneses, es algo noble y elevado- está tan arraigada desde que la fama del País del Sol Naciente se extendió por todos los rincones del mundo que, aun cambiando poco a poco su forma de ser, cualquier japonés la mantiene en lo más profundo del corazón como una parte de su identidad, por así decir. Sin embargo, esto no significa que la cocina japonesa sea la única especial, sino que la gastronomía es algo que se ha ido formado involucrando de una manera u otra el carácter, la cultura o el espíritu de cada lugar. No se puede juzgar cuáles son buenas cocinas o cuáles son malas. Simplemente el contenido y la forma de pensar son completamente diferentes en cada lugar y así en ellos se va transmitiendo. La cocina en sí no tiene realmente nada especial, simplemente es algo que la gente tiene que hacer si quiere sobrevivir y su significado no cambia ni ahora ni en el pasado lejano. En este sentido, incluso entre épocas y lugares diferentes hay bastante similitud y una de las consecuencias es que la gastronomía puede ser el motivo principal de muchos viajes. Vivimos en una época en la que la humanidad puede desplazarse fácilmente a diversos lugares, también se pueden comer los platos de otros países como si nos encontráramos en ellos. Precisamente por eso nace la idea de incorporar tantas cosas buenas. Ya se ha acabado la época en que lo mejor era cerrar los ojos y no querer aprender; estamos en una época ultrainnovadora, en todas partes se practica la fusión de cosas muy diversas como algo habitual.

Si hablamos del mundo de la cocina, en cierta medida las cocinas europea y norteamericana se han fusionado y también las cocinas asiáticas se encuentran fusionadas en cierto grado. Sin embargo no parece que las cocinas occidental y oriental se hayan fusionado entre ellas. Ahora que tantos chefs con ideas llenas de originalidad están trabajando activamente, podemos albergar la gran esperanza de que un nuevo mundo auténtico y vanguardista nacerá de los sentidos, las ideas y el esfuerzo de todos ellos a los que se añadirán la renovación de las técnicas y los avances científicos.
La oportunidad de ensayar esto ya está llegando. Uno de los chefs con los que nos vimos en Madrid-Fusión solicitó venir a estudiar a Kitcho. Mañana mismo, el primero de septiembre, llegará a Kitcho un chef revestido de la cultura occidental. Su estancia de estudios durará tres meses. En este tiempo se integrará en el equipo de Kitcho para intentar aprehender los diversos aspectos que integran el llamado ambiente de Kitcho. ¿Cómo se alterará el clima de Kitcho? ¿Qué cambios aportará a la cocina de Kitcho? Es algo que valdrá la pena ver.

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